Todo está concebido dentro de un juego de palabras y microimagenes que sacan de contexto al lector/espectador cuando este se adentra en un espacio que no funciona como debe funcionar, y en un texto que se puede y no se puede leer por como esta construido, pero que parte del sentido que deben tener las palabras, los objetos y espacios para luego verse desarmado por lo absurdo cuando llega a desmontar la idea de lenguaje confeccionado bajo la lógica. En este proyecto intentamos resolver el absurdo desde la imagen y el texto, alterando no solo las funciones y materialidades, también las lógicas y el sentido de las palabras. Es entonces un conjunto de incongruencias a veces funcionales, a veces no, dentro de un mismo espacio y entre lo que está escrito y la propuesta plástica que, se supone, debería confirmar el sentido de los textos. La obra es de carácter instalativo y pretende la creación de espacios en torno al objeto silla: Sillas de distinto tamaño y forma que evocan indirectamente a espacios particulares, pero también sillas que desde la materialidad no funcionan como sillas.

…detrás de la simplicidad de la silla se esconde la sombra que atraviesa los límites de su materialidad y se devora medio patrón de criterios para teñir con cierto dramatismo el sistema de los objetos. Luego, la extraña propuesta interviene el alfabeto enmarañado por el estándar alborotado del comportamiento. El núcleo de este espacio desencadena la angustia de un objeto retorcido y desmoronado, también el conjunto de letreros que deterioran la tertulia del significante porque en este lugar no se permite la fluidez directamente proporcional de la función del mismo. Todo está resumido en este caos espacial, este embrollo objetual y esta confusión textual.